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Mi historia con el COVID-19



Afortunadamente al escribir estas líneas ya me siento bien, estoy tranquila y mis ganas de comerme al mundo aumentaron, doy gracias a Dios porque fui asintomática y únicamente perdí el olfato y gusto, tuve algunos dolores de cabeza, pero de lo que no me salve fue del efecto psicológico con el que te ataca este virus, mi sistema nervioso se vio afectado y colapsó.


Creo que muchos no hablan sobre su experiencia, yo me atrevo a compartirla porque me gustaría evitar que otras mujeres y hombres pasen por lo mismo que yo, y decirles: todo estará bien, no tengan miedo, y es que tenemos tan poca información que vivimos en constante psicosis, pero tranquilos, sean fuertes y manténganse vibrando alto, lo importante de todo este proceso es mantener la mente positiva, tengan un médico de su confianza, tomen vitaminas naturales, trátense a tiempo y tomen los medicamentos.


Yo nunca tuve miedo a la enfermedad, pero si a esa incertidumbre de no saber que secuelas iba a tener y como me iba a afectar, ahí iniciaron esos días grises, en el momento que me dijeron: eres positiva, en ese momento el virus comenzó con sus estragos en mi cuerpo y mente, sobre todo en mi mente. Me empecé a sentir débil, aumentó el dolor de cabeza y se me nublo todo, en seguida pensé en lo más importante que tengo en la vida: ¡mis hijos! ¿Qué iba a ser de mis bebés? ¿Qué iba a pasar conmigo? ¿Quién iba a verlos? Teníamos que aislarnos de todos -bueno Juan Carlos estaba aislado en otra habitación- el coraje, impotencia e incertidumbre se apoderaban de mí.


Al otro día me iniciaron un tratamiento con el que yo no estuve de acuerdo, era un medicamento que tenía que ser intravenoso, dos veces al día, incluía nebulizaciones y tener un catéter en mi vena durante esos 5-6 días de tratamiento. El primer día yo estaba tranquila, pero mis hijos dejaron de comer las porciones regulares de alimento, Jose tuvo temperaturas dos días y algo de escurrimiento nasal, su pediatra me recomendó paracetamol, nada más, pero yo no sabía si iba a empeorar o que estaba sintiendo mi niño hermoso. Me dijeron que no podía acercarme al agua, ni bañar a mis bebes, ni tomar agua fría, tenía que comer –pero no me daba hambre- que tenía que descansar, dormir, pero yo no podía, tenía que ver a mis hijos, poner las cosas de navidad, sus clases, ver por mi marido, la campaña, la comida, el trabajo ¿con quién había estado?, la casa y realmente me sentía agotada, me iba quedando sin fuerza…todo seguía nublándose más y más.


En la segunda introducción de medicamento empecé a sentirme mareada, muy triste, quería vomitar, no iba a la mitad del suero y las lágrimas empezaron a salir, pero yo no sabía que estaba pasando, no podía contenerme, me retiraron el medicamento y me llevaron a acostarme a mi cuarto, ahí estuve 10 minutos dormida y desperté, normal, sin saber que había pasado… en la tercera dosis, la de la noche, mi mente no resistió, cada que abrían el suero yo me ausentaba y empezaba a llorar y a llorar, recuerdo que veía a los que estaban a mi alrededor pero no podía controlarme, y cada que lloraba pensaba en mis hijos, me daba mucho pesar no estar al 100 para ellos, así fueron 3 veces hasta que terminó de pasar forzado el suero y regrese a la normalidad como al minuto.


No había comido lo suficiente en el día, empecé a sentir mucho frio, empecé a sentir mucha ansiedad, no podía estar quieta, en eso me senté a cenar y de la nada me perdí, me dio un shock hipovolémico, me cargaron y llevaron a una habitación para ponerme oxígeno, el doctor salió a conseguir un medicamento para revertir los efectos del medicamento, yo no estaba en mí, no recuerdo mucho. Reaccione y dije que tenía que irme a dormir con mis hijos, me levante y de ahí no pude conciliar el sueño en toda la noche, y solo lloraba y lloraba. Así hasta el otro día, no tenía fuerzas y solo lloraba.


Mi marido se preocupó y empezó a hacer llamadas a todos los amigos que habían tenido COVID, a médicos, químicos… y a un amigo de la familia, el doctor Alex Ortiz, que llego a la casa, me levantaron y sentaron en la sala, pero yo seguía con la mirada perdida, recuerdo que Alex empezó a gritarme: Aurora vas a estar bien, tus hijos están bien, tu estas bien, eres muy fuerte, el COVID no te hizo nada, Aurora voltea a verme, Aurora… y en eso reaccione, voltee a verlo y fue como si me sacaran de esa nube gris que se había apoderado de mi mente, comencé a platicar, me llevaron de comer fruta hervida y todo comenzó a pasar.


Y aclaro que esto no fue culpa del médico que me atendió, mi esposo recibió el mismo tratamiento y no tuvo esas reacciones, no soy alérgica, más bien fue un detonante, mi tema fue emocional, yo estaba vulnerable y hubo algo que exponenció mi enojo, tantos meses de encierro, la tristeza y falta de control sobre la situación, dicen que pudieron ser mis venas, al día de hoy, aun no lo sé. Lo que sí sé, es que estaba a punto de caer o caí en depresión, esa enfermedad silenciosa de la que nadie habla, nadie tiene y nadie sabe nada. Mi tema duro 2 días porque no soporté no estar bien para mi motor de vida, mi Jose y mi Alex, ellos fueron mi medicamento.


Me cambiaron el medicamento, muchas vitaminas, adaptógenos, tés y me hicieron estudios de sangre, un TAC de tórax, y sí, el COVID no me hizo ni cosquillas en mi sistema respiratorio. Otro querido amigo, Oscar Bernache, en seguida me recomendó con su hermano que es terapeuta y hoy tuve mi segunda sesión con él, porque yo quiero estar bien, no fue un problema neurológico fue emocional. Todos estamos como ollas exprés, no estábamos preparados para esta pandemia y creo que tenemos que empezar a tranquilizarnos y aprender a vivir con el COVID.


A ti, Lupita, gracias por todo, por rifarte con nosotros. Gracias mamá, gracias Verito por tus atenciones, gracias Carmen, gracias a todos los médicos y enfermeras, gracias a todos y cada uno de ustedes que estuvieron pendiente de nosotros.


No me avergüenza contarlo, escribo sobre esto porque no quiero que otros tengan terror a esta pandemia, eso sí huyan de los que tienen síntomas, sobre todo tos, lávense las manos, usen cubre boca porque si te contagias mucho depende de la carga viral que recibas. Las que tienen hijos, tranquilas, los niños son invencibles, no les hace ni cosquillas y su vida regresa a la normalidad sin consecuencias. Todos somos vulnerables a ser infectados, espero que ninguno de ustedes pase por una situación similar y si tienen COVID por favor no duden en contactarme, yo estoy para ayudarles, para guiarles, para ser una amiga que no juzga y que entiende que esto no es fácil y junt@s busquemos ayuda psicológica.

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